Pues sí, el dueño de la Luna es chileno
Jenaro Gajardo es el nombre del ingenioso abogado chileno que un día decidió ser el dueño legal de la Luna. Cuenta la historia que una noche del año 1954, Gajardo volvía de una reunión en un exclusivo Club, del cual intentaba ser socio. Su trayectoria y buenos antecedentes lo convertían en un candidato seguro para obtener el permiso de admisión. Sin embargo, había un requisito básico con el que el señor Gajardo no contaba: tener una propiedad. Esto le valió el rechazo de un miembro del comité y una gran desilusión. Como tantas veces él mismo contó en entrevistas, esa noche, camino de vuelta a su hogar, miró hacia el cielo y ahí estaba la Luna, más luminosa que nunca. Una osada idea no tardó en pasar por su mente: inscribir el satélite natural de la Tierra como suya. Y así lo hizo.
En Talca, el 25 de septiembre de 1954, Jenaro Gajardo se convertía en el propietario de la Luna.
Fue tal la magnitud y relevancia de lo hecho por Jenaro Gajardo, que se comenta que en 1969, el Presidente estadounidense de la época, Richard Nixon, envió un mensaje donde solicitaba al chileno dueño de la Luna autorización para que el Apolo 11 pudiese descender en territorio lunar (el “Alunizaje”, un hito de la historia humana), a lo que Gajardo habría respondido:
En nombre de Jefferson, de Washington y del gran poeta Walt Whitman, autorizo el descenso de Aldrin, Collins y Armstrong en el satélite lunar que me pertenece, y lo que más me interesa no es sólo un feliz descenso de los astronautas, de esos valientes, sino también un feliz regreso a su patria. Gracias, señor Presidente.
Jenaro Gajardo Vera, 1969.
Con la intención de conocer y difundir desde todos los aspectos posibles: cultura, historia, astronomía, creencias populares, etc. hago este blog, esperando llegar a uds. para luego in situ experimentar este Chile querido. A mis años he logrado tener una acabada percepción de este país austral, largo y angosto, cálido y frío... Desiertos, playas, altiplano, lagos, islas, fiordos, glaciares, valles fértiles, antártica desolada y pura... Chile lo tiene todo, o casi todo: faltas tú.
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